sábado, 9 de enero de 2010

Llueve

Tengo tanto que aprender.

Y hoy el oficio de la calle Oficios ha sido llover. Llover a cántaros, calarse. Y las gitanas y el romero de sus manos, y las goteras, y las grietas de los zapatos, y los souvenirs granadinos, han estado presentes. Ha llovido más que en otras calles, porque cada adoquín, cada una de las piedrecitas primorosamente colocadas en el suelo, sobre el asfalto, parece que hubiesen acumulado la cantidad de agua precisa y justa que pudiesen contener entre sus paredes.

He sentido la lluvia. Dentro, muy dentro. Como si el desplome de cada gota resonara aquí, en el pecho. Durante unos instantes, y aunque tenía prisa, y aunque el frío me sienta fatal, y aunque estaba empapada, no pude evitar pararme, en seco, y escuchar el agua caer.

Les dejo con Fanfarlo. El primer video me parece muy divertido, me imagino que en mi cuarto pasa eso mientras duermo y me da la risa. El segundo, tiene un ritmo tan contagiosamente alegre, que es imposible querer irse a dormir.