miércoles, 8 de agosto de 2012



"Esta es la foto que tenía mi madre en su dormitorio. Cuando era un niño creía que era mi mano regalándole margaritas. Ahora lo veo de otra forma. Y pienso que es su mano la que me ofrece las margaritas a mí, mientras dice: Toma, algo sencillo y alegre es lo que quise entregarte".


Desde el primer minuto sabes que estás frente a una historia tan humanamente real que hiere. Aun así, cada segundo disfrutas de la delicia que contiene cada fotograma, la luz, las miradas, las palabras, los objetos, cada melodía. Con cada segundo experimentas una extraña sensación de pérdida; te acercas al final, la belleza es efímera. 





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