Eso que ves a la deriva es mi visión de la vida. Lo hago constantemente. Floto y fluyo.
Antes vivía preocupada porque necesitaba saber hacia dónde iba. Ahora sé que solo necesito creer que voy a alguna parte, aunque solo sea para sobrevivir. Y a veces me entristece no tener un rumbo, no elegir un camino, no conseguir definir un trayecto y llegar hasta él. Otras veces comprendo que ni es tan malo ni tiene tanta importancia. Sigo a flote, a la deriva, pero a flote. Y observo el mundo y lo que contiene. Cada objeto inanimado es un pedazo de alguna historia, la declaración de una persona o una metáfora de la vida.
Crecí en una casa donde no se solía hablar demasiado, donde el silencio formaba parte de la dinámica del día a día. Y simplemente aprendí a mirar al mundo. Un acto fascinante, doloroso, adictivo.
Aida H.C
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